Steven camino a Irak

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ESPANOL & ENGLISH
 
Por TRENTON DANIEL
 
Vestido con su uniforme de camuflaje, a Pedro Montero se le hizo un nudo en la garganta el martes por la mañana cuando cargó a una de sus mellizas de 11 meses durante la ceremonia de la Guardia Nacional de la Florida. Lo más difícil de los 11 meses que pasará en Irak, dijo el especialista, será no ver crecer a Jaelyn y Jazmin. O no estar presente cuando digan sus primeras palabras. "Cuando vuelva a verlas estarán dos veces más grandes”, dijo Montero, un miamense de 22 años. "Pero espero que cuando regrese pueda escucharlas decir ‘papá’ ”.
 
Montero es uno de 2,500 miembros de la Guardia de la Florida que serán enviados en un par de meses a Irak y Kuwait, aunque el Pentágono esté concentrando su atención en Afganistán en los próximos años. Este es el mayor despliegue de la Guardia de la Florida desde la Segunda Guerra Mundial.
 
Unos 600 miembros del 124 Regimiento, 1er Batallón –en su mayoría del sur de la Florida– fueron homenajeados el martes en una ceremonia especial frente al aeropuerto de Fort Lauderdale. Quizás, sobre todo, la ceremonia preparó a los soldados para estar separados de sus familias.
Los guardias abordaron varios aviones el martes por la tarde para casi dos meses de entrenamiento en Fort Hood, Texas, donde aprenderán a dar primeros auxilios, detectar bombas improvisadas y eludir el fuego de los francotiradores.
 
Después será desplegados en el Medio Oriente. Los guardias, hombres y mujeres, distribuirán alimentos y todo tipo de insumo a los soldados entre Kuwait e Irak en misiones de convoy potencialmente peligrosas a medida que Washington reduce las operaciones militares en Irak.
Los guardias del sur de la Florida representan una amplia gama de la población de la zona. Hay recién casados, padres solteros, divorciados, graduados universitarios y empleados a tiempo completo de la Guardia de la Florida. Algunos han participado en misiones de combate varias veces, en Irak, Afganistán y hasta Bosnia. Otros esperan su primer despliegue con una mezcla de júbilo y nerviosismo.
 
"Estoy nerviosa pero alentada al mismo tiempo”, dijo la sargento Jacqueline Guzmán, madre soltera con tres hijos que vive en Homestead.
En la ceremonia de despedida, Guzmán y los otros guardias escucharon al gobernador Charlie Crist y al general Douglas Burnett hablar de las obligaciones y dificultades en tiempos de guerra. Los dos subrayaron la necesidad de responder el llamado al servicio, reconocieron a los familiares que se harán cargo de los niños y aplaudieron a los soldados por su servicio. "Su heroísmo, su sentido del honor, así como el de sus familias, son ejemplo de notable desprendimiento en la larga historia del servicio militar de la Florida”, dijo Crist.
 
Con todo, para que los están en su primer despliegue enfrentarán una dura experiencia en la que las horas de tedio serán muchas más que los minutos de combate. Otros ya lo han vivido. Al capitán James O’Keefe ya lo han enviado dos veces al frente: Afganistán en el 2004 e Irak en el 2007. "Es duro para la familia”, dijo O’Keefe, de 40 años, que vive con su esposa Kim y una hijastra de 16 años en Lantana. Tres hijos de un matrimonio anterior viven con su madre en Virginia. "Estaba divorciado cuando regresé [de Irak]”.
 
Si el deber militar ha sido una prueba para O’Keefe en lo personal, sus deberes militares se han alviado con el tiempo, dijo. "El despliegue ya no tiene misterios”, dijo O’Keefe, jefe de una compañía de Miami con sede en la Armería Robert A. Ballard. Para el sargento de primera clase Jeremy Commander es su segundo despliegue –el primero fue en Irak en el 2003– pero es el primero para su esposa, con la que lleva casado tres meses. "Ahora uno vive el último minuto [de la despedida]”, dijo Commander, de 32 años y de Port St. Lucie. Mientras se abrazaban y se despedían, los espectadores y los fotógrafos eran testigos. Sus largos abrazos recordaban de la famoso foto de la revista LIFE de 1945 en la que un marinero besa una enfermera en Times Square. "Es como aquella foto de los que se besaron en Nueva York”, dijo Commander, supervisor de la FPL. "Hemos estado juntos tanto tiempo que nos hemos preparado para esto”, dijo su esposa Korinne, de 27 años y coordinadora de una consulta de ortopedia. Es casi seguro que los surfloridanos van a extrañar el sol y la humedad en una región árida y desértica. El sargento Raymond Matthews, de Carol City, dijo que extrañaría los juegos de póquer los domingos y el baloncesto profesional en la televisión. Y no sólo al Miami Heat, sino también a los Boston Celtics.
 
 
May God bless our troops and continue to bless America
 
Over 600 National Guard soldiers from South Florida deployed from Fort Lauderdale Airport Tuesday for service in Kuwait and Iraq. It was the largest single deployment in Florida since World War II.
 
2,500: Number of soldiers with the Florida Army National Guard’s 53rd Infantry Brigade Combat Team.
604: Number of soldiers with the 1-124th Infantry Regiment, also known as the South Florida “Hurricanes” Brigade.
131: Number of soldiers with Charlie Company, 1st Battalion, 124th Infantry Regiment, in Miami.
28 to 30: Median age of Charlie Company, 1st Battalion, 124th Infantry Regiment.
15: Rough percentage of soldiers in this Charlie Company who had previous deployments.
Sample of Florida hometowns for Charlie Company: Hialeah, Miami, Pembroke Pines, Fort Lauderdale, West Palm Beach, Coral Gables, Homestead.
Source: Florida National Guard
 
BY TRENTON DANIEL
 
Clad in camouflage combat garb, Pedro Montero began to choke up Tuesday morning as he lifted one of his 11-month-old twin girls at a Florida National Guard ceremony. The hardest thing about his 11-month deployment to Iraq, the specialist said, would be his inability to watch Jaelyn and Jazmin grow. Or be there when they utter their first words. `When I come to see them, they’ll be double the size,” said Montero, a 22-year-old Miamian. “But hopefully when I come back, I can hear them say — Oh, my God! — `Daddy.’ ”
Montero is among almost 2,500 Florida Guard soldiers who will be deployed in a couple of months to Iraq and Kuwait even as the Pentagon shifts its attention to Afghanistan in the coming years. It’s the Florida Guard’s largest deployment since World War II.
Some 600 members of the Florida National Guard’s 1st Battalion, 124th Infantry Regiment — most from South Florida — were honored Tuesday at a special ceremony outside Fort Lauderdale airport. Perhaps above all, the ceremony braced the soldiers for a separation from their families as well as reminded them of the impending nostalgia for home-cooked meals, tight hugs and the laughter of their children.
The guards boarded several aircraft Tuesday afternoon for almost two months of training at Fort Hood, Texas, where they will learn how to administer first-aid, spot improvised explosive devices and elude sniper fire. after that, they will be deployed to the Middle East. The infantry men and women will shuttle food, supplies and troops between Kuwait and Iraq on potentially dangerous convoy missions as Washington scales back on military operations in the country.
 
WHO THEY ARE
The South Florida troops run the full gamut. They are newlyweds, single parents, divorced, college graduates, full-time Florida Guard employees. Some have seen combat multiple times — in Iraq, Afghanistan, even Bosnia. Others await their first tour with a mixture of jubilation and jitters. “I’m nervous, excited — all at the same time,” said Sgt. Jacqueline Guzman, a single mother of three who lives in Homestead.
At the departure ceremony, Guzman and the other soldiers listened as Gov. Charlie Crist and Maj. Gen. Douglas Burnett, the adjutant general of Florida, talk about wartime obligations and tribulations. The officials stressed the need to heed the call to military duty, tipped their hats to family members for taking care of children, and applauded soldiers for their service.
“Their heroism and honor, as well as that of their families, are examples of the remarkable selflessness in Florida’s long and distinguished history of military service,” Crist said.
 
RETURN JOURNEY
Still, first-timers will see how theater tests them: the hours of tedium will likely outnumber the few minutes of adrenaline rush from combat. Others are already intimately familiar.
Capt. James O’Keefe has already done two tours — Afghanistan, in 2004, and Iraq during the troop surge in 2007.
“It’s very hard on the home life,” said O’Keefe, 40, who lives with his new wife Kim and a 16-year-old stepdaughter in Lantana. Three boys from a previous marriage live with their mother in Virginia. “I was divorced when I got back” from Iraq.
If military duty has challenged O’Keefe in his personal life, military duty itself has also become easier with time, he said.
“The mystery is no longer there in the deployment,” said O’Keefe, commander of a Miami company based at the Robert A. Ballard Armory, 700 NW 28th St.
Sgt. 1st Class Jeremy Commander leaves for his second deployment — the first in Iraq, in 2003 — but it is the first for his wife of three months.
“You live the last minute [of goodbye] right now,” said Commander, 32, of Port St. Lucie. “We’ve been together for so long we’ve been preparing for this,” said his wife Korinne, 27, a surgical coordinator at an orthopedic office. Even if the memory of loved ones burns, South Floridians are almost certain to long for the sunshine and humidity in a sandy and arid region. Staff se Sgt. Raymond Matthews of Carol City said he will miss Sunday poker games and professional basketball on TV. Matthews, 37, is a divorced father of six who served in Afghanistan — and Bosnia before that. He was joined at the ceremony by his mother Kathryn, sister Quatwanya Levy, 31, and three close friends.
“I don’t want him to go but this is what he wants to do,” said Kathryn, 59. “I just hope they all come back the same way they went out — in one piece. I want that for everyone.”
 

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